Rasty (apodo de César Moreira por haber tenido rastas hace mucho tiempo) y "Yuyu" (soporte ecuatoriano de su nombre francés Julie y su apodo "Juju" difícil de pronunciar aquí). Están al origen del Balsa Surf Camp, una hermosa casa de huéspedes dedicado al bienestar, con su escuela de surf, su spa, su restaurante, sus clases de yoga, sus actividades lúdicas y su magnífico jardín en la selva.
Para Rasty y Yuyu, la Balsa es un sueño hecho realidad. Fue diseñada por ellos dos, Rasty un gran carpintero y Yuyu una artista y detallista, con un buen equipo de honorables trabajadores locales para rendir homenaje a la cultura ancestral y a la propia naturaleza, la Pachamama. Su hermoso jardín, su arquitectura típica local con bambú, madera y cade, sus estatuas y temática de las tribus preincaicas, todo ello fusionado con mucho arte de artistas y amigos viajeros. Todo esto hace de la Balsa un lugar único, un pueblo donde da gusto vivir.
Comenzaron primero como una posada para convertirse poco a poco en un pueblo donde mucha gente vuelve cada año a pasar un tiempo entre amigos, a disfrutar de la vida, de su sencillez y de su belleza. Es más que un alojamiento, es un lugar especial, mágico, donde se vive una experiencia única y real, compartiendo... ¡Donde nos sentimos felices y acogidos!
Rasty
Rasty, nacido en Manabí, es muy conocido en el mundo del surf por su pasado como campeón nacional y latinoamericano, pero también como gestor cultural, líder en el voluntariado comunitario, fundador de un club y una asociación de surf.
Rasty siempre ha representado con orgullo a su país, Ecuador, surfeando sus propias tablas hechas a mano con madera de Balsa. Dice que Ecuador tiene la mejor madera de Balsa del mundo y, desde la semilla, Rasty hace crecer esos árboles hasta crear las tablas de surf, y las lleva a las aguas de todo el mundo. Hasta la fecha, ¡hay más de 1000 tablas hechas con amor!
Yuyu
Yuyu nació en Francia y llegó aquí en 2004, para enamorarse, a los 22 años, de Rasty y del propio Ecuador, de su calidad natural de gente, de vida, de naturaleza, de comida, de su aire de libertad...
Es vegetariana y apasionada de la naturaleza, el surf, el yoga, la danza, las terapias y el compartir espiritual, y se puede sentir su huella y cariño en toda la Balsa. Ya sea a través de los detalles en cada rincón, la decoración del lugar, las plantas, la atención a la atmósfera serena del lugar. Pero también la calidad de todos los servicios y las relaciones humanas que han conseguido tejer aquí a lo largo de los años.